Lecciones de Vida
Salem Wahdat: “Los talibanes van a establecer un nuevo estado de terrorismo y Estados Unidos volverá a lamentarlo”
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"Si naces en Afganistán, de alguna manera naces muerto. Ahora hemos perdido todo. Lo que dicen los talibanes, que serán más moderados esta vez, es mentira. Afirman eso, pero al mismo tiempo advierten a las mujeres que no salgan de sus casas. Solo están haciendo tiempo para que los americanos dejen el país, y entonces las cosas empeorarán para los afganos. Ellos impondrán un gobierno tan estricto como antes.
Cuando salí de Afganistán tenía 39 años, pero ya no sé qué edad tengo. No tengo país, no tengo futuro, mi vida está detenida. Me siento muy extraviado.
Trabajé como traductor al español con muchos de los periodistas más reconocidos de habla hispana. De Chile, con Amaro Gómez-Pablos en 2006 como su traductor en Afganistán para un programa que emitió TVN. Entre 2009 y 2011 fui consejero de seguridad para una empresa de transporte estadounidense que tenía contacto directo con el gobierno de ese país.
En 2012 comencé a trabajar para el gobierno de Afganistán, como parte de delegaciones diplomáticas. Fui primer secretario en la embajada de España y cónsul en Canadá. Luego pasé al Ministerio de Relaciones Exteriores y el último tiempo fui consejero de seguridad del palacio presidencial.
El sábado 14 de agosto llegué a trabajar a mi oficina y vi que estaba todo cerrado. Entonces entendí que tenía que salir del país cuanto antes. Pasé por el banco pero había miles de personas y solo conseguí que un funcionario me entregara una pequeña parte de mi dinero. Tampoco alcancé a ir a buscar mis certificados académicos. Me fui directamente a una agencia de viajes.
Mi mujer y mis cuatro niños, de 2, 4, 5 y 7 años, viajaron a Vancouver hace dos meses. Según la información que yo tenía los talibanes tomarían seis meses en tomar el gobierno, pero ocurrió en seis días. Ese sábado alcancé a comprar un ticket en el último vuelo comercial, al triple del valor, y volé a Turquía, donde pude entrar con mi pasaporte diplomático. Viajé con una mochila, perdí todo. No sé cuándo podré volver a reunirme con mi familia.
Foto de archivo de Salem cuando trabajaba como traductor.
Mi madre, mis hermanas y mi hermano siguen en Afganistán. Hoy pude hablar con mi mamá, salieron de Kabul hacia el norte del país, por temor a las represalias que los talibanes podrían ejercer contra ellos por mi labor para el gobierno del presidente Ashraf Ghani (refugiado en Emiratos Árabes tras la avanzada de talibanes) y para quienes ellos consideran las fuerzas invasoras, como España y Estados Unidos. Buscan “traidores” para ajusticiarlos, y también van tras sus familias.
"Lo que las mujeres lograron avanzar en 20 años, lo perdieron en 20 horas. Mi vida en diez días también está destruida".
Ya pasó el momento en que la resistencia pudo combatir. Somos 35 millones de habitantes entregados a la suerte de un régimen autoritario. Una vez más Afganistán está pagando el precio de estar donde está, rodeado de potencias mundiales e imperios. Solo porque somos un país pobre.
El mundo árabe ya no existe para nosotros, a ellos no les importan nuestros derechos humanos. Incluso algunos países han estado entregando dinero a los propios terroristas. Quizás les conviene que los grupos radicales queden concentrados en mi país. Nuestra última esperanza era Occidente, pero ya no nos queda nada.
Foto de archivo, Salem saludando el Rey Juan Carlos de España.
Los jóvenes afganos no conocieron el régimen talibán, no saben lo que viene, pero quienes tenemos de 40 hacia arriba sí sabemos de lo que son capaces. Los talibanes van a establecer un nuevo estado de terrorismo y Estados Unidos volverá a lamentarlo, como ya ocurrió antes con el ataque de Al Qaeda a las Torres Gemelas.
El que juega con fuego, se quema. Hace un año el mando de los Estados Unidos le otorgó una posición política a un grupo con vínculos terroristas y ahora se van.
Mi madre y mis hermanas tienen que salir del país, allá no tienen futuro. No podrán trabajar, estudiar, ni salir solas. A las niñas las obligan a contraer matrimonio. Lo que las mujeres lograron avanzar en 20 años, lo perdieron en 20 horas. Mi vida en diez días también está destruida. No sé qué va a pasar ahora conmigo”.